En la Biblia se habla de Jesús como una fuente de vida. De hecho, la Biblia enseña que Él es la única fuente de vida eterna para el hombre.
El pecado produce en el corazón del hombre una ruptura completa en la comunión con Dios.
Desde que nacemos estamos separados de Dios y alguien nos tiene que enseñar de Él para poderlo conocer pues es la condición humana que se originó a partir del pecado.
Sin embargo esa no era la voluntad de Dios. Él quería que todos lo conociéramos y que la condición humana por naturaleza fuera la vida y la plenitud y no la muerte y el sin sentido. Fue por eso que envió a Jesús para darnos testimonio que había algo más:
"Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida." 1 Juan 5:11-12
Es por eso que Jesús se constituyó en la luz que alumbra al hombre en medio de la oscuridad, en el único manantial de vida eterna que acerca definitivamente al hombre con su Creador.
Al creer en Jesús morimos a la naturaleza del pecado y renacemos en seres de luz nacidos del Espíritu que estamos abiertos al conocimiento de Dios, de acurdo con su anhelo.