En muchas ocasiones la culpa no nos permite acercarnos a Dios. Nos sentimos tan culpables y tan pecadores que creemos que no somos dignos de Dios ni de su amor por nosotros.
Tenemos una imagen de un Dios que no se compadece de nosotros y que nos juzga por nuestros errores, pero la Biblia nos dice algo maravilloso:
"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." Hebreos 4:14
Jesús se compadece de nuestra debilidad y extiende su mano para ayudarnos. Sabe que no somos los más perfectos pero quiere ayudarnos por su amor inagotable. Él nos invita a acercarnos a Él con confianza, pues en sus manos encontraremos las respuestas que anhelamos y su favor para socorrernos.