Algo que me parece asombroso cuando leo las historias del Éxodo es el propósito para el cual Dios quería liberar a su pueblo del yugo de los egipcios.
El propósito principal era darles la tierra prometida, pero además Dios quería que le hicieran fiesta en el desierto. Eso solo tiene sentido en la lógica de Dios, nadie haría una fiesta en el desierto, salvo alguien que conozca a Dios.
La Biblia enseña en Hebreos 12:11 "Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados."
Dios no nos tienta, pero sí nos pone a prueba y nos disciplina como a hijos para enseñarnos el camino correcto. Dios nos enseña a gozarnos en medio de la dificultad y saber que él siempre tiene el control de todo. Dios nos enseña que después del desierto está la tierra prometida. Dios nos enseña que el desierto nos ayudará a ser mejores personas para su propósito maravilloso e inigualable.
Este mundo puede verse como un desierto para nuestra alma. En este mundo hay tristezas, aflicción e injusticia; pero mientras estemos en este mundo debemos celebrar la grandeza de Dios con la fe de que esto solo es un suspiro y la recompensa vendrá de su parte, tal como lo prometió.