Una herencia es algo que recibimos cuando muere alguien cercano que nos quiere dejar parte de sus pertenencias.
Con Dios también encontramos un principio similar. Cuando Jesús murió en la cruz, nosotros nos hicimos herederos de su promesa y de sus bendiciones.
Si creemos en Jesús somos herederos legítimos de su gracia; es decir, nos pertenece la felicidad, el gozo, la paz, la tranquilidad, la confianza.
¿Por qué estaremos en angustia si somos herederos de las riquezas del Señor? Vivamos como quién ha recibido una gran bendición, aún cuando nuestras situaciones nos digan lo contrario.
Somos legítimamente herederos. La plenitud nos pertenece, la paz nos pertenece, la libertad nos pertenece. Pues estos dones fueron impartidos cuando Cristo murió en la cruz por nuestros pecados.
La Biblia dice: "Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga la muerte del testador." Hebreos 9:16
La muerte de Cristo nos hizo herederos de su gracia. Vivamos como ricos en Dios que somos.
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