La amargura es un gran enemigo al que los cristianos debemos enfrentar, más en un tiempo como el nuestro donde vemos injusticia, pastores que predican para obtener ganancias económicas y líderes que solo buscan su beneficio personal.
La amargura comienza a nacer como un pensamiento, una duda, algo que vimos, algo que oímos, algo que nos dijeron, algo que nos incomoda; y luego empezamos a alejarnos de la iglesia, de la obra de Dios, de su propósito y de Él mismo.
La amargura es tan peligrosa como contagiosa y puede perjudicar a muchos a nuestro alrededor. Una de las cualidades más valiosas que tiene el cristiano es su alegría; por esa razón, el diablo busca robarla ansiosamente.
En un mundo como el nuestro, los insto a que no nos dejemos manipular por el enemigo sino a que seamos la luz que muchos necesitan, irradiando nuestra alegría y mostrando el amor de Dios y la salvación de Cristo.
La Biblia dice: "Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" Hebreos 12:15
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