Los cristianos tenemos una carrera por delante que debemos correr con firmeza y seguridad. Nuestra carrera no consiste en acumular riquezas, ganar la aprobación de los demás, ocupar un puesto privilegiado en alguna gran empresa, montar un proyecto de empresa o cualquier cosa que este mundo ofrezca. Nuestra carrera tiene un destino eterno y un camino muy claro para llegar a él.
Con mucha frecuencia damos mayor relevancia a las cosas que mencioné previamente pero olvidamos que lo más importante es Cristo y su Reino.
Para llegar a nuestro destino, la Biblia nos da dos consejos muy prácticos: 1. Olvidar todo el pasado. 2. Poner nuestra mirada en Jesús.
Poner nuestra mirada en Jesús es mirar su ejemplo de humildad y seguirlo; es creer que nuestro esfuerzo por Dios en esta tierra será recompensado en los cielos, es tener la firmeza de carácter para saber que los hombres pueden fallar pero Él no lo hará.
No puede un atleta correr con los ojos vendados o desenfocar su mirada de la línea de meta. De la misma manera no puede un cristiano vivir su vida a plenitud sin fijar su mirada en Cristo.
La Biblia dice que: "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." Hebreos 12:2
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