jueves, 8 de diciembre de 2016

NUESTRO HOGAR ESTÁ EN DIOS

En muchas ocasiones cometemos el grave error de pensar en la fe como una especie de contrato. Pensamos que a cambio de poner nuestra confianza en Dios, Él tiene el deber de darnos lo que queremos, cuando lo queremos. 

Decimos que confiamos en Dios pero nos decepcionamos cuando vemos que las cosas no salen bien y pensamos que Él no es fiel y muchos se apartan de la fe.

Dios prometió a Abraham que sería padre de un pueblo grande y numeroso pero solo alcanzó a ver a un solo hijo; también le prometió que le daría la tierra de Canaán pero nunca la tuvo realmente; sino que tuvo que vivir como un visitante en una tierra que Dios le había prometido.

¿Qué inspiró a Abraham a seguir a Dios aún cuando no pudo ver en la realidad sus promesas realizadas?, ¿Cuál era el motor de su fe?

El autor de Hebreos nos enseña que "Si hubieran añorado el país del que salieron, bien podrían haber regresado. Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad." Hebreos 11:15-16

Abraham sabía que era un peregrino en la tierra y decidió buscar su hogar en aquel que le dio las promesas. Abraham no buscaba las promesas de Dios, sino que buscaba a Dios mismo.

Si las promesas hubieran sido el motor de su fe, ciertamente se hubiera decepcionado. Pero Abraham puso su mirada en el dador de promesas y por eso Dios le ha preparado un hogar a su lado.