domingo, 17 de septiembre de 2017

DIOS NO ES MALO

Cuando miramos alrededor vemos injusticias en todas partes. Existe pobreza, miseria, angustia, temor, muerte, guerra, es un mundo bastante imperfecto. Nos preguntamos ¿Por qué le pasa lo malo a la gente buena?, ¿Por qué los malos parecen prosperar mientras los justos parecen decaer? El diablo aprovecha esta puerta para sembrar en nuestro corazón amargura y duda.

Los ataques del diablo siempre serán los mismos:  Intentará robar nuestra fe con pensamientos, ahogarla con lo que este mundo ofrece o quemarla con las dificultades del tiempo presente. Él buscará hacernos dudar de que Dios existe, de que sea bueno o de que sea poderoso. Él buscará, al igual que con Adán y Eva, separarnos de Dios mediante un pensamiento de autosuficiencia basado en cualquiera de estas mentiras.

Justamente, una de sus grandes mentiras consiste en hacernos pensar en que Dios es malo, por esa razón muchas personas no lo buscan y aún muchas no lo conocen realmente (aunque asistan a iglesias). Queridos amigos, la Biblia nos muestra que Dios no es malo, Él es como un Padre que cuida de nosotros. Hay momentos en que los padres deben disciplinar a sus hijos para enseñarles algo provechoso para su vida. De igual manera, Dios nos disciplina, por medio de distintas formas, para que aprendamos algo que nos aproveche para nuestra vida.

No debemos estar predispuestos a que Dios nos castigará por cualquier situación, que será injusto, que será extremadamente fuerte o que es tan malo que ni siquiera nos podemos acercar con confianza. Dios anhela fervientemente estar con nosotros, Jesús lo demuestra y, también, anhela que confiemos en que Él sabe lo que hace y por qué lo hace. Nuestro trabajo no es entender sino confiar en el que entiende, en el que nos ama con todo su corazón y en el que sabe lo que es mejor para nosotros.

La Biblia dice que "Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo." Hebreos 12:6

sábado, 9 de septiembre de 2017

LA CURA DEL DOLOR

Es imposible pensar que haya alguna persona que no haya sentido dolor. Ciertamente unas personas más que otras, pero al final todos en algún momento habremos experimentado esta terrible sensación; y todos haremos lo posible durante nuestra vida para evitarlo.

Algunas personas huyen de él, otras personas se encierran bajo una cortina de orgullo y perfeccionismo, otros ceden frente a todo y se esconden con temor e inseguridad bajo la sombra de los demás. Creo que cualquier cosa que hagamos para escapar del dolor, sin contar con Dios, nos estará alejando de su amor al final.

Jesús no fue ajeno al dolor, no fue ajeno a la injusticia de ser juzgado por ser justo, no fue ajeno al dolor de haber sido rechazado por los suyos, no fue ajeno al dolor terrible de quedar solo en el momento en que más compañía necesitaba, ni siquiera fue ajeno al dolor físico y al dolor de la vergüenza... ¿Algo de esto te parece familiar?

Sin embargo, no vemos a Jesús actuando con orgullo, siendo intimidado por los demás o viviendo en inseguridad. ¿Cuál es la diferencia? La Biblia nos enseña que Jesús fue capaz de ignorar el dolor debido a su capacidad de ver el gozo de Dios que estaba reservado para Él y la recompensa que el Padre daría a su obediencia.

Su increíble humildad es nuestra fuente de inspiración. El dolor siempre estará allí y Dios no nos promete que no lo sentiremos; pero sí nos asegura que, si obedecemos, al final recibiremos su gozo como recompensa. La humildad de Cristo nos inspira a creerle a Dios, a confiar en Él nuestra vida, a servirle a los demás aunque no nos paguen como queremos, a amar sin temor, a perdonar sin rencor. Esa, en última instancia, es la cura para evitar el dolor.

La Biblia dice: "Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar." Hebreos 12:3